Estimado señor Beigbeder:
No creo que sea usted gilipollas, no le conozco y no puedo por tanto emitir una opinión informada al respecto. Ignoro si es usted un arrogante, un ignorante, un soberbio, un pijo de instituto o un presuntuoso, no lo sé, de verdad. Tampoco es que tenga un especial interés en saberlo, ya ve usted, pero es que a veces los frikis tenemos intereses muy raros, está claro. Lo que sí sé, y no me cabe la menor duda de ello, es que es usted capaz de escribir como lo haría un auténtico gilipollas. Lo imita usted a la perfección. Su artículo “Ningún algoritmo lleva bigote” publicado en el suplemento ICON es una muestra paradigmática del género. Tiene de todo y lo tiene todo en su lugar. Lo imita usted que da gloria. Y es que no me cabe otra explicación que esto de la imitación, porque de entrada descarto la opción de que haya escrito usted ese artículo en serio. ¿Qué intención podría haber tenido en tal caso? ¿Qué beneficio podría obtener usted o sus lectores de un artículo como éste si hubiera sido escrito en serio? ¿Perpetuar esos estereotipos que tanto daño nos hacen como sociedad? ¿Hacer apología de la ignorancia? ¿Desprestigiar la informática y a sus profesionales? ¿Fomentar el oscurantismo y el catastrofismo tecnológico? Vamos, que no, que no puede ser. Voy a descartar también la opción de que el artículo sea irónico o humorístico, porque no me cabe en la cabeza que en un escritor con su palmarés la ironía se muestre de forma tan zafia, así tan torpe, con lugares comunes tan sobados. No, no, quita, descartado también. Así que me queda la opción del juego, de la imitación, vamos, que ha querido usted hacerse el imbécil para poner en evidencia a los que de verdad lo son. Pero ¿sabe lo que pasa? que como gilipollas (de los auténticos) hay en todas partes, pues a lo mejor alguno se toma en serio la broma y se pasa un mal rato. Así que me va usted a permitir la osadía de puntualizar algunas cosas. Igual le parezco un gilipollas por hacerlo, pero concédame por favor el beneficio de la duda, como hago yo con usted.
La primera es de traca, eso de que no sabe lo que es un algoritmo ni falta que le hace. Ha dado usted en el clavo, porque jactarse de la propia ignorancia es una cosa que a los gilipollas se les da de muerte. Y mire usted que entender lo que es un algoritmo no es nada difícil, y que están presentes en nuestras vidas de una forma constante y misteriosa eh. Porque lleva usted razón: hay algoritmos en la selección de la publicidad que recibimos en los buscadores y redes sociales, hay algoritmos -y muy buenos- tras la victoria de AlphaGo sobre Lee Sedol en el juego del “Go”, hay algoritmos que automatizan lo que nos ofrece Netflix para ver después de haber visto “Stranger Things” -menudos frikis roleros los chavales esos eh, qué pringados-. Y ¿sabe qué? También hay algoritmos en la detección del cáncer, en la ordenación del tráfico de nuestras ciudades, en la lucha contra el crimen, en los instrumentos de la medicina de precisión e incluso en la agricultura sostenible. Los algoritmos han contribuido y contribuyen cada día a la mejora de nuestra vida, de la de todos. Pero bueno, usted eso ya lo sabe, que no es gilipollas. Lo que pasa es que su artículo va sobre el lado oscuro del tema, que lo tiene, y muy oscuro, oscurísimo, en serio. Los intereses de las grandes corporaciones han encontrado en la inteligencia artificial, las técnicas de big data, etcétera, un filón para sus beneficios. Esa maquinaria se alimenta de obtener información de los datos disponibles y claro, con la tecnología actual los datos son muchísimos y encima nosotros se los regalamos todos los días, sabiéndolo o no. Aquí eso del fomento de la ignorancia les viene de perlas a los malos, así que haría usted bien en no fomentarla mucho, aunque sea jugando y sin querer. Lo único que necesitan esas grandes corporaciones es poder manejar torrentes inmensos de datos en su propio beneficio (o en el de todos, que a veces también pasa) y ese manejo lo hacen los algoritmos, está automatizado. Y no digo nada de la manipulación de la opinión, del fomento de un cierto pensamiento único, eso de la “burbuja cognitiva” que dice usted, pero a lo bestia. En ese punto su artículo es sutil, no imita usted a un gilipollas iletrado, al revés, el suyo es alguien informado que sabe que describiendo parte del tema parece que lo describe todo y es difícil no darle la razón.
Pero entonces, como en los buenos relatos, viene el protagonista, el verdadero malvado, aparece el culpable de todo: el friki, el nerd, el informático, el programador. Y va usted a por él sin piedad ¡bien hecho! En este fragmento de su artículo está usted que se sale: “tíos que no se han divertido en su juventud”, “frustrados sexuales”, “informáticos con granos y gafas que no salen de sus casas y a los que les resbala la democracia o la vida privada”, “tíos que no saben bailar, ni hacer surf, ni skate, ni break ni follar”, “tíos físicamente acomplejados que no han hecho otra cosa que masturbarse durante sus primeros 25 años”. Sublime, fino, elegante incluso. La imitación del gilipollas es perfecta. Son esa serie de tópicos manidos, clásicos diría yo, que siempre funcionan. Son esas ideas que los pijos de instituto, los cafres y los gilipollas usan para hostiar a los empollones, marginar a las frikis, acomplejar al que destaca y en fin, arruinar la vida a esos pajeros que disfrutan en clase de mates. O no, no hace falta que sean listos, basta con que sean un poco diferentes para tener derecho a descojonarnos de ellos y fastidiarles la adolescencia si podemos. Usted ha visto “Stranger Things” ¿verdad? Bueno, ya sabe a lo que me refiero. Son los “argumentos” -perdón por la exageración- de la manada de gilipollas que pretenden que seamos todos iguales, muy guays, tontos del culo pero populares, guapos, perfectos, suaves, limpios, felices aunque no tengamos ni idea de lo que significa la palabra algoritmo. En fin, que lo borda usted, ya le digo.
Voy a confesarle una cosa. Yo también hago mis pinitos. Mire, yo soy matemático, y doy clase en el departamento de matemáticas y computación de una universidad, encima era un empollón de chaval y por si faltara poco estudié teología, cinco años de seminario, don Frédéric. Vamos, que con ese currículum me van a dar un doctorado honoris causa en frustración sexual, en indiferencia ante la democracia, la vida privada y toda esa mierda. Como le decía, hago mis pinitos en esto de descojonarme de los frikis. Lo hago junto con Big Van, un grupo de monologuistas científicos que salen en teatros y tal haciendo humor con eso de la ciencia y los algoritmos. Solemos tirar de tópicos de esos que a usted le gustan. Pero ¿sabe qué? Que nosotros usamos el humor para superar esos tópicos, los dejamos indefensos, los desarmamos porque nosotros creemos -sabemos- que no pasa nada por ser friki, ni raro, ni empollón, no pasa nada porque tu única obsesión en la vida no sea follar o ser follado, ser el más admirado en instagram o darlo todo cada viernes en el botellón del parque, te guste el alcohol o no, porque todos lo hacen. Porque nosotros también somos frikis, empollones, científicos. Y no pasa nada, señor Beigbeder, no es tan malo, de verdad. El mundo de los perfectos, los suaves, los limpios no es el único que merece la pena. No sé si se acuerda usted de Alan Turing, uno de los que empezó con esto de la informática y la inteligencia artificial, él tampoco fue considerado perfecto ni limpio. Su condena por homosexualidad no la pronunció un algoritmo, por cierto.
Lo de la división entre los informáticos y la gente con imaginación, entre los creativos y los técnicos, entre los raros y los estupendos es también un clásico. No podía faltar y usted lo incluye de maravilla. Es posible que como Agitador Cultural oficial y con premio usted no esté de acuerdo, pero dentro de las matemáticas, de la ciencia, de la ingeniería, hay mucha imaginación, mucha creatividad y mucho sentimiento, eso ya lo sabía Voltaire, que decía que había tanta creatividad en la mente de Arquímedes como en la de Homero, pero Voltaire no era tan agitador, ni es tan moderno.
Se ha ganado usted un lector, señor Beigbeder, me voy a leer su último libro -si me da tiempo entre paja y paja- para convencerme de que no es usted gilipollas, para reafirmarme en que este artículo suyo no es más que un ejercicio de estilo, para provocar, en plan malote. Y mire, ya que estamos, le invito a uno de nuestros espectáculos, actuamos cada mes en Madrid y en Barcelona, para que vea a los frikis reírse de sí mismos, sin pedestales, sin soberbia, sin hostias en el recreo, sabiendo de lo que hablan, haciendo ver que uno puede estar orgulloso de su frikismo igual que de sus bíceps o de su éxito social. Solo que los bíceps solo le sirven a uno mismo, y el conocimiento que generan los frikis nos sirve a todos -seguro que ha reconocido usted la cita a Vitruvio-. Luego si quiere nos vamos de copas juntos, que igual hasta se lo pasa usted bien y conoce algo más de un mundo y de una gente de la que por lo visto ignora casi todo.
Cuando leí el título de su artículo, eso de que los algoritmos no tienen bigote, pensaba que tal vez iba a hablar usted de la primera persona que escribió un algoritmo, que por cierto fue una mujer -no sé si sabía que en ciencias y en informática también hay mujeres, es que no las encuentro en su artículo, seguramente es que usted en su artículo no las identifica como informáticas o como científicas-. Consulte usted la wikipedia, esa mujer se apellidaba Byron, a usted como hombre de letras el apellido seguro que le suena. Pero no, por lo visto se refiere usted a los bigotes de nuestro admirado Eduardo Mendoza. Aunque a mí, qué quiere que le diga, son otros bigotitos los que me vienen a la cabeza cuando leo eso de los perfectos, los suaves, los limpios. Y me da miedito, debo ser gilipollas.
Eduardo @edusadeci
PD: si queréis saber más sobre la importancia de los algoritmos, en esta entrada (en inglés) podéis encontrar los diez algoritmos más importantes del mundo: https://medium.com/@_marcos_otero/the-real-10-algorithms-that-dominate-our-world-e95fa9f16c04#.ov9ss982p
PD2: Imagen con el artículo de F. Beigbeder. Fuente: el blog Ingeniero Boss (http://www.ingenieroboss.com)
Chapó
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Hombre, más o menos soltar esa sarta de estupideces con 16 años para justificar que eres más guay que el de granos al que le copias los deberes de matemáticas, vale. A partir de esa edad, pues por mucho que tú digas, sí que es de gilipollas.
Este hoy escribió semejantes perlas (que se pueden resumir en “yo no sé lo que es un algoritmo pero no importa porque es una cosa de pajilleros”, “soy muy importante” y “Carmen Lomana dice que Albert Rivera es más guapo que los fans de Star Wars”) y mañana se ríe de los que vemos pelis con subtítulos, sin poder creerse que de verdad las preferimos y defendiendo que es todo postureo. Anda que conocemos todos a gente de esa.
Y es que hemos llegado a un punto en el que “friki de lo que sea” es lo que se le llama a cualquiera que tenga interés por algo. No hace falta ni ser científico de la NASA ni informático de los algoritmos del mal, ni haber sido empollón en el instituto. Vale con que leas comics en tus ratos libres, o con que sepas algo de música. Debe de ser que lo “normal” es no tener interés por nada.
Lo peor del asunto no es que haya gente que piense así (que tiene que existir para que en el mundo haya de todo) sino que una publicación con el alcance y la fama de El País se preste a estas mierdas.
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Magnífica contestación!!! Clase, altura y divertida!!!
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¡Me encanta!
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Leí el artículo y esperaba una contestación… yo no valgo ná escribiendo…
BRAVO!!! NO PODRÍA SER MEJOR!!!!!
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Pues a mi entre paja y paja no creo que me de tiempo a leerme un libro suyo.
Bueno, he dicho tiempo pero en realidad quería decir ganas.
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Pues a mí entre algoritmo y algoritmo, ni me da tiempo para pajas…
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Excelente respuesta. Muchas gracias!!! 🙂
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Sí nombra a las mujeres, pero solo para decir que solo serían capaces de “enamorarse” de alguien con dinero. Otro tópico típico de un misógino. Este chaval lo tiene todo.
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Sublime.
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Es verdad que Beigbeder hace gala de ignorancia en algún momento. Pero la argumentación que usa al principio no es tan disparatada como Eduardo quiere transmitir. Los algoritmos pueden servir para que un sistema de resonancia magnética nuclear nos detecte mejor un tumor. Pero en los casos mencionados se usan para saber nuestros hábitos de consumo e interés y así ser usados por este sistema económico tan justo y equitativo él.
A mí, particularmente, el dueño de Facebook me parece un personaje repulsivo y asqueroso que ha desarrollado un herramienta mediocre desde el punto de vista informático y malévola desde el punto de vista humano. Si la adoración del becerro de oro ya es mala, la del ídolo tecnólogico también lo puede llegar a ser. Y Steve Jobs era una mala persona.
Lamentablemente, Beigbeder se va por los derroteros de la represión sexual y otras lindezas. Es de mal gusto, pero es su opinión. Lo mejor hubiera sido no darle réplica para no dar así crédito a un mediocre artículo.
Pero lo más lamentable es, precisamente, la réplica de Eduardo, que pasa directamente al insulto y al ataque personal, llamando gilipollas a Beigbeder. Y lo llama gilipollas sin gracia, sin ironía y, sin ni siquiera, sarcasmo (recuerda al sistema usado en Julio Cesar, pero sin la elegancia de este). Lo llama gilipollas, pero no sé sin razón o con ella. Porque eso no importa. Al final nos definimos por las formas. Si contestamos de ese modo da la impresión de que nos sentimos heridos y que el interlocutor a puesto el dedo en la llaga.
A tipos como Beigbeder hay que contestarle con más inteligencia o, simplemente, no hacerlo.
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Si le contestaras con inteligencia, no lo entendería (el gilipollas).
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Hola. Yo no entiendo mucho, pero….. ¿Donde está la gravedad de lo escrito por el señor gilipollas? Yo creo que cualquier argumento es válido para aprovechar a demostrar la capacidad de ingenio literario. Todos tenemos algún minuto de gloria. Llega solo. No hay que buscar. Seguro que eres tan buen divulgador/humorista como escritor.
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No puedes estar más equivocado.
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Creo que no has entendido muy bien el sentido del articulo, que por otro lado es bastante flojo. Sin descartar que Beigbeder sea un gilipollas, te recomiendo la lectura de 13,99 para entender un poco el tono y el objetivo real de su critica.
Disculpen la ausencia total de tildes 🙂
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Grandísimo
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Plas, plas, plas
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después de todos esos insultos paso de seguir leyendo.
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Estudió la secundaria en los Liceos Montaigne y Louis-le-Grand. Posteriormente y después de ser rechazado en diferentes escuelas de ingeniería informática, asistió al Institut d’Études Politiques de Paris (Instituto de Estudios Políticos de París) donde obtuvo una licenciatura en Ciencias Políticas en 1989 comenzó a trabajar como ejecutivo de publicidad, autor, locutor y editor.
Parece que sus tropiezos academicos estan presentes en sus articulos.
Vivimos en una sociedad donde la ignorancia y la medicridad se ven reconpensadas.
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Venga… esta vez el que te pone un 10 soy yo… hoy te lo has ganado…
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Buen artículo, Ha quedado bastante claro lo que el tan “comosellame” quería definir. Yo creo que va un poco más allá.
Soy informático, llevo un año en esto y antes era cocinero. 10 años al servicio de los malos empresarios de la hostelería. A día de hoy lo veo, el sector informático está creciendo muchísimo y vas a salir caro mantener tantos programadores y demás si no los desprestigian un poco para que su trabajo parezca fácil y justifiquen así sueldos bajos. Lo veo porque ya lo viví diez años, solo que la informática es mucho más compleja y amplia que la gastronomía y no debe desvalorizarse por que no es sostenible a niveles mediocres con la competencia global que hay. Te puedenm hacer una interface en la India pero no una tortilla para que te la comas en la oficina. :).
Saludos y…no pienso leer el artículo de ese “comosellame”.
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No dejarás nunca de sorprenderme. ¿Teología?, ¿en serio?. Eres el puto cherif. Gracias por todo.
Smart is cool. 😉
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Dudo que el caballero del artículo al que hacer Ud. referencia vaya a leer esta maravillosa respuesta, pero como orgulloso informático friki, no puedo sino admirar y agradecer su respuesta. Gracias!
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Enhorabuena por el artículo. Aunque no habría que darle más publicidad a semejantes personajes que se hacen llamar “periodistas”
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Estupenda respuesta. En cuanto al gilipollas de Beigbeder, qué esperar de un tipo que se define como “diletante” en su página de la Wikipedia. El problema es que hoy en día a cualquier cosa la llaman periodismo.
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Si lo buscais al pavo este en Wikipedia lo clavan:
Frédéric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 21 de septiembre de 1965) es un retrasado, escritor, crítico y comentarista francés
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Más que chapó el artículo. Y mira oye, yo que soy uno de esos ejemplares a los que se refiere el tipo este. Y jolines, tanto yo como muchos de mis amigos y compañeros de trabajo y estudios siempre he sido deportista, amante de la fotografia, los coches… y si; también de las scfi, series, manga, videojuegos, juegos de mesa… leo muchos libros técnicos pero también novelas. Me hago pajotes feliz y frecuentemente pero también tengo sexo sano y habitual incluso sin tener novia. Que más… fíjaos… hasta viajo! me encanta cocinar y voy al gimnasio al menos 6 horas a la semana.
No soy lo que el autor consideraría guay, ni he sido popular. Ni me ha importado no serlo porque soy y evoluciono para ser lo que quiero y no lo que dictan unas normas sociales. Y la gente me quiere por lo que soy. Y ellos, que sí me importan, si me consideran guay, o como yo prefiero llamarlo, buen tio.
Este no es un texto culto a mi ego, de hecho me da igual y además este comentario se publica bajo alias. Ese no es mi objetivo. Pero si lo es hacer reflexionar al ¿señor? Beigbeder por lo que quiero comentar que tengo varios premios en programación y estudio un PhD. También imparto esporádicamente clases en la universidad. Hasta me gusta la cerveza y el whisky oye… Resulta que tuve una época en mi vida en la que todas mis aficiones no las podía manifestar por el hecho de que una ingeniería no te la sacas si no te esfuerzas un poco. Pero uno tiene la suerte de que también disfruta estudiando. Asi que ójala el autor lea este comentario para poder declararle que:
1- Las generalizaciones son odiosas.
2- Solo las opiniones son respetables cuando parten del respeto.
3- Muchos “frikis” que conozco te tumbarían en fotografía, instrumentos, dibujo… y multitud de deportes. También te ganarían a beber, follar y otras muchas cosas INÚTILES que seguro que valoras de la gente con caché supha-osea-top.
4- También te ganarían en tu terreno, que es escribir.
5- Tu nos has ganado a todos en ser bocachancla y tener el ego elevado. Eso seguro, capullo.
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Yo no soy friki (o si?), no soy informático (eso seguro que no o me hubiera enterado) y ni conocia la existencia del tal Beidebber (cito de memoria el nombre, me da pereza volver arriba a buscarlo)… de hecho he llegado a este artículo -contestacion por una simple casualidad propia de las redes sociales (un amigo marcó “le gusta” a otro amigo que yo no conocía pero al verlo me picó la curiosidad…)
… y gracias a esa casualidad he encontrado un articulo muy divertido, bien escrito, con reflexiones muy certeras (que sobrepasaban el tema inicial) y francamente muy interesante…
Hasta me ha entrado cierto interés por los algoritmos… e incluso puede que llegue a leer el artículo de Beidebber (bueno, eso no creo)
Fantástico!
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Es posible que llegue un poco tarde, unos meses.
Pero aún así me gustaría escribir mi opinión, que al fin y al cabo es sólo eso.
Más de uno de los que ha leído este artículo ha sufrido por parte de sus compañeros, y también ha hecho sufrir. Que no es blanco y negro.
Lo que es inevitable observar hoy día es una “perpetua adolescencia”; me explico: todo comportamiento que expresa el señor Beigbeder, así como se dice en el artículo aquello de “malo malísimo”, el tratar de malas maneras a aquellos que, efectivamente, no tienen un polvo en un pedestal, su obsesión no es el excesivo reconocimiento social, o, ¡qué coño!: aquel que hace lo que quiere, no lo que la moda o cultura de la sociedad del momento les dicte, todo esto…
…todo esto es achacable a la adolescencia. De 20 años para abajo.
Y hoy día veo ese comportamiento en muchísima gente. Con modas, barbas de leñador, camisetas de Star Wars o con bigotes diferentes, pero con la misma actitud: atacar al diferente.
Es increíble que gente de 25 a 30 aún siga sin avanzar en lo que evolutivamente para el ser humano sería un “paso hacia la madurez”, que con 40 se quiera, se desee, ser así, para revivir su adolescencia y no sentirse atrapado por el tiempo y su dictadura de la vejez.
Todo es un absurdo.
Cierto que actualmente vivimos en un mundo en el que la informática controla prácticamente todo.
Puedes estar a favor o en contra.
Pero argumentarlo bien es esencial, ya que no tenemos 16 años, ni el señor Beigbeder.
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